6 ene 2021

Sociedades exquisitas


En la cárcel de penados de Estakitnon se sigue un protocolo en todas las penas de muerte que se dictan. Por supuesto, se elige al reo tras un juicio en el que se tiene que demostrar que ha hecho méritos para morir ejecutado. Vamos, que esto no es una lotería que le puede tocar a cualquiera. Luego se le explican los diferentes modos de morir y se le deja elegir uno, el que más le plazca. Y la noche anterior al ajusticiamiento se la pasa reunidocon el verdugo, para que puedan intimar y eliminar las reticencias entre ambos. Cuando llega el momento definitivo, se suele ver al reo en el cadalso inundado de una paz celestial, con una faz relajada y en perfecta armonía con su verdugo, que le despide con un abrazo y hecho un mar de lágrimas. Cuando el convicto ya es cadáver se suele ver al ejecutor rasgarse las vestiduras y pedir para sí la misma suerte que su víctima. Pero el aplauso atronador del público acaba por poner las cosas en su sitio y consiguen que vuelva la calma y que el del verduguillo vuelva a su casa. Entonces llega la hora del enterrador, pero eso lo dejamos para otro cuento. Parece también muy interesante.

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