Siempre
me ha intimidado el trabajo del enterrador, no me gusta tratar con
ellos. El de mi pueblo, además, ejerce de embalsamador y se puede
decir que conoce a los vecinos desde otros puntos de vista. Lo sé
por propia experiencia. Confieso que padezco pesadillas desde el día
que me vio desnudo en el vestuario de la piscina y se percató del
lunar que tengo escondido en una nalga. Esa es la marca de los
Sánchez, me dijo. Ni yo mismo lo sabía, ni mi madre misma me lo
había referido. Igual, igual que tu abuelo, insistió. La madre que
lo parió.
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