El
perro del señor marqués era particularmente agresivo, así que yo
procuraba ser precavido y tener siempre escapatoria. Mi ruta
preferida era la pared que rodeaba la mansión. Pero todos los meses
había momentos gozosos. Era las noches de luna. Caminaba sigiloso
por el muro, me erguía de improviso, erizaba la piel y mi sombra se
proyectaba sobre la puerta del palacio. El perro huía espantado,
sembrando de aullidos lastimeros la noche y enojando al señor
marqués.
NOTA: Relato finalista en el VI Concurso Literario de minicuentos "Un caleidoscopio de letras". Ver Mundo escritura. Junio 2020. (http://www.mundoescritura.com/concursos/microrrelatos.php).
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