6 abr 2020

Perdimos la última guerra


El batallón invisible avanzó por las calles de la ciudad sin encontrar resistencia. Todo el mundo se daba por rendido. Las redes sociales habían difundido un pensamiento incuestionable que defendía quien quisiera vivir tenía que estar confinado en su casa sin rechistar y respetar todas las consignas dictadas por la autoridad. Básicamente le estaba permitido salir a trabajar o adquirir viandas o ir directamente a los hospitales. De lo contrario quedarían atrapados por la nueva pandemia que aniquilaba a la gente. ¿Con qué armas contaba la potencia extranjera que nos sometió? Dos únicamente: un poderoso sistema de propaganda y difusión de ideas y consignas y, por otra parte, una poderosa vacuna que les hacía inmunes al virus malhadado. No se disparó un tiro, no se vio un misíl, no se necesitaron grandes naves por cielo y mar, ni siquiera se vio un cuerpo de choque uniformado que colocara una bandera que expresara su dominio. La verdadera infantería era un ejército de virus que simplemente hacía su labor, masacrar a los enfermos y aterrorizar a los vivos. Aquel día los supervivientes nos convertimos en peleles. Hubo dudas entre los historiadores sobre cómo nombrar aquellos acontecimientos. O se llamó la I Guerra Biológica Mundial o se la citó como la I Guerra On Line de la historia.

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