Ella
lo sabe, conoce la admiración que levanta a su paso, la expectación
que crean sus palabras, el magnetismo de sus gestos. Es que ella es
hermosa. Los que disfrutan de su presencia la persiguen con la mirada
y no esperan de ella otra cosa que no sea el gozo de su
contemplación. Esto es así, visto desde fuera. Porque la versión
de ellla es otra. Quitando mi abuelito, que es ciego, no puedo hablar
con nadie de tú a tú, dice. Es terrible tener un escudo de cristal
que no me deja nunca ser yo misma ante cualquiera, ni a cualquiera
ser normal. Me gustaria no haber nacido tan bella para no tener que
vivir siempre en un escaparate.
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