Mi
abuela y yo siempre hemos sido carne y uña. Ella ha sido siempre mi cómplice y confidente y yo, eso dice, el perejil que
alegraba todas las salsas. Ahora que ya soy mayor, hablamos de cosas
serias. Y me ha dado un consejo que tengo que pensármelo mucho. Me
dice que el amor perfecto sólo existe en las postales. ¡Jopé, se
lo he discutido! Ella se ríe de mi furor a carcajadas, y eso me
mosquea. ¿Tendrá razón?
NOTA:
Relato enviado al V Concurso Literario de Minicuentos "Postales de amor". Febrero. Mundo Escritura.
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