Encontramos
la casa llena de colillas, con ceniceros sin limpiar desde no se sabe
cuándo, latas de gas de rellenar encendedores por doquier, sillas,
aparatos amontonados en la terraza, armarios cerrados con llave con
ropa intacta, libros llenos de polvo, todos los cuadros en las
paredes y ninguna cortina. El desorden era evidente, al igual que la
suciedad. Cuando el funcionario del Juzgado le pidió la llave, la
entregó sin rechistar. Dejó la casa y desapareció. Su figura aún
mostraba algo de compostura, no sabemos más. Hubo que limpiar la
vivienda y convertirla en habitable, algo que costó un tiempo y
costó su dinero. Y se corrió un tupido velo. Ya nadie habla de
aquel intruso que se acomodó en la casa y no pagó un céntimo
durante los muchos años que la ocupó. Ni siquiera del bastón de
ciego que olvidó en la puerta al salir.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario