Caminaba
por la acera con paso acelerado, esquivando viandantes, arbolado,
mobiliario urbano y hasta semáforos. Me puse a la altura de una
furgoneta aparcada que tenía las luces de freno encendidas. Justo al
pasar, éstas se apagaron e interpreté que la puerta del conductor
se iba a abrir. Con ánimo de protegerme del golpe me fijé en los
movimientos de quien iba al volante. Era una chica que se molestó
por mi curiosidad. ¿Qué miras? Todos los hombres sois iguales, me
acosas con tu mirada. Me quedé perplejo. Perdona, me disculpé,
pensaba que ibas a abrir, porque... Creo que la convencí y hasta
inició una disculpa. Es que hay cada uno... No te preocupes, soy
inofensivo, sobre todo con una chica tan guapa como tú. Ahí,
reconozco, la cagué. Porque se le encendió el rostro y me largó
una perorata, aliñada con improperios que no voy a contar. A partir
de ese momento me convertí en el hombre invisible.
_____ o _____
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