9 oct 2019

Ejercicio de humildad

Viajé a Londres como turista. En al aeropuerto de Heathrow conseguí con éxito alquilar un coche valiéndome de mi rudimentario inglés. A la hora de ponerlo en marcha encontré más de un problema. El primero fue que no conseguí arrancar el motor. Me acerqué al empleado del Car Rental y le expuse mi problema: The car doesn't start. Aquel hombre tenía cara de bonachón. Se acercó al coche, hizo lo mismo que yo y con media sonrisa me dijo: It works, it's electric. Vamos que el motor era silencioso. Y era cierto, el lo movió marcha atrás y me cedió el asiento educadamente. Se lo agradecí como si yo fuera un náufrago y él mi salvador. ¿Cuál sería mi siguiente problema? Pronto lo supe, tenía el freno puesto y yo no encontraba la forma de desactivarlo. Maldije el día en el que se me ocurrió alquilar el coche aquel. No era el momento de pedir ayuda de nuevo. Tomé el manual de instrucciones y miré bien dónde estaba el brake. A los 15 minutos conseguí salir del aparcamiento. No quise mirar la cara de aquel empleado de tan buenos modales. Seguro que se estaba partiendo de risa a mi cuenta sin mover un músculo de la cara. Puse cara de tonto, era lo único que podía hacer. 
_____ o _____ 

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