28 jun 2019

San Virila, precursor

El joven estudiante construyó un cuento de un tirón, en apenas 5 minutos. Mucho más tiempo le llevó corregirlo, mejorar el léxico, ajustar la sintaxis y dotarlo de una coherencia poética y sugestiva. Y con la última mirada se enamoró perdidamente de su obra, tanto que quedó cautivado con el magnetismo de la historia. Así sufrió el primer ataque severo de insomnio. Soy como San Virila, se dijo, el monje del monasterio de Leyre que quedó dormido por años, extasiado ante el canto de un ruiseñor. Y así despertó no un escritor prometedor, sino el narcisista que llevaba dentro, algo muy distante del monje que mencionaba.
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