Un
corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente
justo
cuando estornudé. No sé cómo explicarlo, pero siempre he tenido
alma de creador. Yo sólo descargué unos virus molestos que
incomodaban mi apéndice nasal e inmediatamente cobró vida aquel
amasijo desordenado de nervios, tendones, lana y acero que tenía al
lado. De nada valieron las descargas eléctricas que se le aplicaron,
no, que fue mi explosión nasal la que despertó la vida en aquella
bestia. Se incorporó, me lanzó una mirada distante y salió
tambaleándose al exterior, donde creó el caos y atemorizó a las
gentes. Me libré por pura misericordia del monstruo. Luego supe que
se llamaba Frankenstein.
NOTA: Texto presentado el 15-3-19, en la XII
Edición de Relatos en Cadena, concurso de microrrelatos de la Cadena
Ser, cuya condición de inicio es dar comienzo al relato con la última
frase o fragmento del cuento ganador de la semana anterior.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario