El
delantero centro recibió un balón lanzado desde el córner. Se
elevó sobre el terreno, giró el cuello con la fuerza de un toro y
asestó un cabezazo que se introdujo en la puerta como un obús. Todo
el mundo gritó para celebrarlo y el protagonista entró en un
éxtasis indescriptible. Creía ser un dios griego repartiendo
felicidad entre los mortales. El árbitro no quiso hacer de
aguafiestas e ignoró un placaje al portero, un agarrón al defensor,
dos empujones del medio centro y un banderín del linier que indicaba
algo fuera del reglamento. Al día siguiente la prensa fue implacable
con el trencilla, se hablaba de robo. Y el 80% de la población
entendió que aquella era la noticia más importante del día.
_____ o _____
No me lo digas, Sergei Ramoski!
ResponderEliminarK.
No te digo nada, Había mucha niebla aquel día y no capté ni la ironía.
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