28 nov 2018

La decrepitud

Un día le dijeron en el banco que su firma era dubitativa y cada vez más difícil de verificar. Él ya sabía de sobra que los dedos le temblaban y que la artrosis iba en aumento. Al igual que otras cosas. Esto le trajo oscuros pensamientos. De regreso a casa, se acercó a su armario, nunca mejor dicho, acarició su pistola Beretta PX4 Storm, la empuñó, quitó el seguro, colocó el cañón en la sien, apretó suavemente el gatillo y escuchó el ruido del percutor. Eso le tranquilizó. Sabía que cuando el deterioro fuera ya generalizado e irreversible, sólo tendría que añadir una bala al cargador.
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