Cuando
llevaron a mi hermano al hospital me lo tomé como algo exótico
y excitante. Iba a visitarle y me daba envidia verle metido en la
cama blanca con comida, merienda y cena. Cierto que era el centro de
todas la atenciones y eso, a mí, me dio pelusa, una mezcla de
envidia y celos. Luego fui contando a todos mis amigos que mi hermano
tenía leucemia, y no le di importancia. Así de insustancial era yo.
Pero un día que le fui a visitar me lo encontré calvo y con cara de
viejo. Me vine abajo. Aquello era muy serio, vi como que se moría a
sus 11 años y me desmoroné. Fueron tiempos terribles en los que
lloré mucho y me rodeé de miedos y pesadillas que mis padres
calmaron como pudieron. Más de un año tardó en regresar a casa
Ramón. Desde entonces hasta hoy, y eso que han pasado muchos años,
es el hijo y hermano más protegido de la familia. Mis padres y yo lo
tenemos claro, que nadie toque a Ramón, que una vez casi se nos
muere y a punto estuvimos de perderlo para siempre.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario