Mi
hermano pequeño tenía la triste cualidad de aparecer en todas las
fotos con los ojos cerrados. Cuando conseguíamos vigilarle de cerca
para que no pestañeara, siempre conseguía su propósito, que no era
otro que ocultar al mundo sus pupilas. Cuando cumplió los 8 años la
cosa mejoró, porque aparecía sólo guiñando un ojo, y ya para los
10 empezó a ser normal, es decir mostraba la pupila, el iris y hasta
el cristalino. Ahora que es mayor no le gusta que le recuerde esa
etapa vergonzante de su vida y se disculpa diciendo que no había
mucho que ver en nuestra triste familia. Acabamos enfadados, porque
eso me parece un insulto. Es verdad que ahora somos un desastre de
familia, pero la infancia fue muy feliz. Y me tapa la boca diciéndome
que no solo mis padres fueron unos políticos corruptos, sino que
hasta yo estoy en tercer grado después de la vida psicotrópica que
he llevado. Y eso sin contar a dos hermanos que se hallan en paradero
desconocido. La verdad es que, después de oír esto, nos damos un
abrazo y lloramos cada uno en el hombro del otro. Y esta vez, yo
también cierro los ojos, porque para ver lo que hay que ver...
_____ o _____
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