3 oct 2018

Versos sueltos

Mi hermano pequeño tenía la triste cualidad de aparecer en todas las fotos con los ojos cerrados. Cuando conseguíamos vigilarle de cerca para que no pestañeara, siempre conseguía su propósito, que no era otro que ocultar al mundo sus pupilas. Cuando cumplió los 8 años la cosa mejoró, porque aparecía sólo guiñando un ojo, y ya para los 10 empezó a ser normal, es decir mostraba la pupila, el iris y hasta el cristalino. Ahora que es mayor no le gusta que le recuerde esa etapa vergonzante de su vida y se disculpa diciendo que no había mucho que ver en nuestra triste familia. Acabamos enfadados, porque eso me parece un insulto. Es verdad que ahora somos un desastre de familia, pero la infancia fue muy feliz. Y me tapa la boca diciéndome que no solo mis padres fueron unos políticos corruptos, sino que hasta yo estoy en tercer grado después de la vida psicotrópica que he llevado. Y eso sin contar a dos hermanos que se hallan en paradero desconocido. La verdad es que, después de oír esto, nos damos un abrazo y lloramos cada uno en el hombro del otro. Y esta vez, yo también cierro los ojos, porque para ver lo que hay que ver...
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