26 oct 2018

Justicia celebrada

Subido en la bicicleta cruzaba el paseo de la playa sorteando viandantes, perros, manteros, mobiliario urbano... La verdad es que era un poco temerario y algunas personas le recriminaban su imprudencia. Todo acabó en una isleta que no llegó a divisar a tiempo. Lo sacaron con sumo cuidado de encima de un cactus que había cedido por la fuerza la mitad de las espinas. Un jubilado cascarrabias no dejó de celebrar el incidente. Te lo mereces, por gilipollas, le decía. Su esposa iba más lejos. ¿Ves? Dios te castiga, a ver si aprendes. Un mendigo le quería pegar. Y la policía lo defendió hasta que un sanitario acabó de extraer espinas de la piel y la ropa. El ciclista, con los ojos cerrados y entre quejidos, aceptaba resignado todo lo que le decían. A fin de cuentas, era culpable, convicto y confeso, con un veredicto unánime e inapenable, dictado por un jurado popular. Pocos casos de justicia pueden concitar tanta unanimidad en este país. Como para protestar estaba él.
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