Se
pasó toda la vida trabajando como tratante de ganado. Recorría
pueblos perdidos y regateaba con los ganaderos para sacar cuatro
perras a cuenta de los cerdos, terneras, potros, burros que él
llevaba a otros mercados o al matadero. Al final, todos sabían que
había amasado una fortuna, porque gastar, gastaba poco. Por eso
chocó a todo el mundo que fuera tan obsequioso con su hijo, un
vivalavirgen que no sudó en toda su vida ni la enésima parte de lo
que hizo su padre. Todo emprezó el día en el que le regaló un
coche de alta gama para que fuera de pueblo en pueblo y de juerga en
juerga presumiendo de su cartera. Y cuando el coche acabó sus días
en un siniestro total, repitió regalándole un coche mejor. Los que
conocían al viejo tratante no dudaron en plantear su extrañeza.
¿Cómo tú, que has mirado tanto la peseta, vives con un derrochador
como tu hijo? La respuesta que les dio les dejó boquiabiertos a
todos. Es cuestión de entender en qué consiste la felicidad. No
creo que mi hijo disfrute gastando, tanto como yo he disfrutado
juntando dinero. Pero en ello está, ni os preocupéis.
_____ o _____
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