El
viejo mayordomo de la marquesa fue ayer retenido por deambular por la
vía pública de modo temerario, eso le dijeron, exponiéndose a ser
atropellado. Un policía novel le recordó su obligación de caminar
por la acera y ser más prudente. Después de reconvenirle largo
rato, le dejó continuar su camino. El policía novato no reparó en
otros detalles, ni en la sangre que manchaban las manos, ropas y
botas del caminante, ni el reloj de pared que transportaba a su
espalda, y ni siquiera en el largo filo de un cuchillo que asomaba en
su chaqueta. Cuando horas más tarde supo que en jefatura andaban
todos como locos buscando al asesino de la marquesa, ni se inmutó.
Yo soy de la sección de tráfico, fue lo que contestó a la primera
duda que le asaltó.
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