19 mar 2018

Bonita leyenda, romántica

Cierto día, un campesino suizo del pueblo de Bürglen en el cantón de Uri que, acompañado de su hijo paseaba por la plaza de Altdorf, fue detenido por no inclinar su cabeza al pasar por delante de la efigie del soberano de la Casa de Habsburgo. El gobernador lo detuvo de inmediato y le impuso un castigo para demostrar quién era allí el que merecía todos los respetos y más, si hacía falta. El mandamás, enterado de la fama de buen arquero del detenido tramó su castigo: Debía disparar a una manzana colocada a 100 pasos de distancia en la cabeza de su hijo, so pena de muerte en la horca en caso de no acertar. De nada valieron los ruegos. El angustiado padre introdujo dos flechas en su ballesta y acertó de lleno en la fruta en el primer lanzamiento, librándose de la pena, aunque no de la curiosidad del gobernador. ¿Por qué cargaste dos flechas? La segunda, en caso de fallar la primera, era para ti. El gobernador muy ofendido reaccionó de la peor manera. Estalló en cólera, y con una nueva arbitrariedad alentó definitivamente la independencia de los cantones suizos de Uri, Schwyz y Unterwalden contra los Habsburgo. Por eso, y otras cosas más, Guillermo Tell es un mito en Suiza.
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