27 nov 2017

El orgullo de un converso

Tengo noticias de un mercader de telas que hizo fortuna allá por el siglo XV en la muy noble y muy leal ciudad de Vitoria. Era judío y decían las malas lenguas que su fortuna crecía más de prisa a cuenta los préstamos que de los tejidos. También eran tiempos en los que los judíos fueron obligados a adjurar de sus creencias, so pena del exilio, y el avispado de Juan Sánchez de Bilbao se convirtió al cristianismo, para satisfacción de los muchos que mantenían rencillas con él. Este hecho no le impidió seguir aumentando su fortuna, algo que parecía ser para él lo más importante. Pero no acaba aquí la historia.

Porque este rico comerciante, judío converso como se ha dicho, construyó su morada en lo que hoy se llama la Casa del Cordón, el único edificio civil y gótico que queda en la parte medieval de la ciudad y, ahí está su venganza, hizo la puerta de entrada con no más 1'70 metros de altura. Y ¿por qué este palacio tan imponente tiene una puerta tan ruin? Juan Sánchez de Bilbao siempre quiso que todos los que penetraban en su casa tuvieran que doblar la cerviz. Y no está mal, si pensamos que por allí pasó el mismísimo papa Adriano VI, los Reyes Católicos Isabel y Fernando, Felipe I, Juana la Loca, Carlos I...
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