6 sept 2017

Escenas que emocionan


El era un jubilado parlanchín que tomaba el aperitivo en una cafetería de la playa. Parece que era parroquiano asiduo, porque inició conversación con toda naturalidad con la camarera. Biri, tú duermes poco, le dijo. Ella no le atendió, enfrascada como estaba, en otras comandas. Al poco regresó y ambos se enfrascaron en una conversación. Es que ayer te vi desde la ventana de mi casa a las 2:00 y te vi trabajando y hoy, a las 9:00, ya estabas enredando entre las mesas. Es que no dormimos ni tú ni yo, le comentó ella. Será porque tenemos muchas ganas de vivir, explicaba el jubilado. Y así un rato platicaron. Yo, desde una mesa contigua, seguía la conversación con una sonrisa de oreja a oreja. La supuesta camarera era la dueña del local. Él, un cliente ojeroso que iba siempre acompañado de una esposa que mostraba todos los síntomas de un Alzheimer avanzado. Todo ternura.
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