Una
vez perdí el control de mi coche en una curva y acabé chocando
lateralmente contra la valla de protección de la carretera. Oí un
golpe seco y el vehículo quedó de nuevo perfectamente situado en el
carril, obediente y sumiso ante los movimientos del volante. Allí
parecía que no había pasado nada, salvo que las puertas de mi
Peugeot tuvieron el
detalle de ceder un poquito de pintura al guardarraíl y dejarlo
maquillado en rojo, como si se hubieran dado un beso, digamos que
apasionado. Y fue precisamente en aquella ocasión cuando comprendí
de verdad la función y eficacia de esas barreras de metal o
quitamiedos.
Desde
entonces, más como automovilista que como motero, me he convertido
en admirador incondicional de quien haya sido el inventor de esta
banda de acero galvanizado en frío, de doble onda, capaz de
deformarse lo justo en los impactos y absorber el golpe. Hasta le
pusieron un nombre bonito. He mirado en Internet por si el invento se
le atribuye a alguien y me sale una banda italiana de música disco
con ese nombre. Ya veo que no hay respeto hacia ciertos creadores.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario