30 jun 2017

Motero de oídas

Cada vez que la familia se desplazaba en coche y se ponían a la par de una Harley Davidson en ruta o en un semáforo, el Sr. Rodero hacía cumplir el siguiente ritual. Se apagaba la música, se guardaba silencio y se bajaba la ventanilla, con todos los viajeros expectantes por oír el zumbido del motor, por sentir el primer y el segundo acelerón hasta que el sonido de la motocicleta se perdía en la lejanía. Muchas veces aplaudían. A tanto llegaba la veneración del Sr. Rodero, y por extensión de su familia, que hoy es el día que él mismo cuenta cuál fue el mejor regalo que ha recibido en su vida. Fue idea de su hija adolescente que no tuvo mejor ocurrencia que colocar como alarma-despertador del móvil de su progenitor, la melodía de sus sueños. Desde entonces, el motero enamorado se despierta con el zumbido de una Harley Davidson, con un primer y segundo acelerón potentes, varios más pausados, un ralenty que es pura música celestial, una aceleración larga y sostenida y un runrún regular que acaba perdiéndose a lo lejos. Él dice que inicia el día cargado de energía. A veces su mujer, también animada, completa el despertar del Sr. Rodero aplaudiendo. Un rito.
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