Ayer
me dejaron usar durante no más tiempo de lo que dura un suspiro una
aguja mágica con la que podía hilvanar fantasías. Tiré por el
lado práctico y cosí un vestido con un tejido hecho de alegrías y
sueños, dejando las penas en el interior, como si fuera un forro que
nadie ve ni siente. Quedé realmente satisfecho, yo era un hombre
feliz. Pero quiso el destino que se torcieran las cosas en el
vestidor, pues me coloqué la prenda al revés y quedaron las penas
al descubierto y los sueños ocultos en el interior. Me sentí un
desgraciado. Ya sé que en la vida nunca faltan los sinsabores, pero
aquel vestido mágico me dejaba en evidencia. Pena, que la felicidad
sea tan esquiva.
_____ o _____
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