12 abr 2017

Vida sin magias

Ayer me dejaron usar durante no más tiempo de lo que dura un suspiro una aguja mágica con la que podía hilvanar fantasías. Tiré por el lado práctico y cosí un vestido con un tejido hecho de alegrías y sueños, dejando las penas en el interior, como si fuera un forro que nadie ve ni siente. Quedé realmente satisfecho, yo era un hombre feliz. Pero quiso el destino que se torcieran las cosas en el vestidor, pues me coloqué la prenda al revés y quedaron las penas al descubierto y los sueños ocultos en el interior. Me sentí un desgraciado. Ya sé que en la vida nunca faltan los sinsabores, pero aquel vestido mágico me dejaba en evidencia. Pena, que la felicidad sea tan esquiva.
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