11 nov 2016

Seres únicos y sin igual

El profesor explicaba lo que tocaba aquel día.
-No quiero aburrir a nadie, pero no tengo más remedio que admitir que todos tenemos cuatro abuelos, ocho bisabuelos y dieciséis tatarabuelos. Y no es cuestión de seguir recordando que procedemos de una red impresionante de antepasados que cruzaron sus genes hasta dar con un ser tan singular como el que habla con ustedes o como el que escucha ahora mismo.

Marcel Depres, un alumno de baja autoestima, se quedó encandilado con la idea y prestó oídos como nunca.
-Cada uno de nosotros somos el resultado de una combinación de educación, genética y factores sociales que moldean nuestra personalidad.
El alumno de baja autoestima entró en alarma, porque el tercer factor le rompía sus expectativas.
-Por ejemplo, si uno de ustedes crece en un ambiente sin afectos será probablemente un introvertido, si por el contrario se siente valorado llegará probablemente, repito, a ser un adulto seguro de sí mismo.
 
El alumno encandilado empezó a sentirse mal, aquello empezada a ser inquietante.
-Y si uno crece en ambiente familiar donde hay equilibrio, confianza, respeto, seguridad económica y emocional, llegará a tener una personalidad armónica mayor que si crece en un entorno familiar lleno de desavenencias, inseguridad económica y relación insatisfactoria.
Aquello era demoledor. El alumno atento se perdió en el pozo oscuro de sus pensamientos, aunque alcanzó a oír aún algo más.
-También influye en la conformación de la personalidad la escolarización, la comunidad social en la que se crece que nos proyecta una imagen de nosotros mismos que nos acompañará toda la vida. 
Y en aquel preciso momento, Marcel Depres desconectó ya del todo, perdido en el sumidero de sus pensamientos más tenebrosos. Su compañeros no entendieron por qué el compañero más torpe de la clase se pasó toda la tarde borracho.
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