5 sept 2016

El placer de releer

El último tifón que se paseó por la ciudad en la que vivo, tuvo el sádico detalle de recrearse unos segundos en mi biblioteca, destrozando todo el orden y concierto que allí había. No hablo del caos que montó en la casa, por aquello de no extenderme demasiado, hablo de mis libros. Recuperé todas las hojas de los ejemplares deslomados y traté de ponerlas en su sitio, recuperando tanto texto herido. Así ocurrió que hice una segunda, tercera, cuarta y hasta una enésima lectura de cada uno de mis autores, encontrando un mundo apasionante y lleno de sugerencias en lo que antes había masticado con indolencia. Me ha llevado años, pero juro que he disfrutado hasta el éxtasis con las mil lecturas del mismo texto y con las discusiones invisibles con los cientos de personajes que viven, sin yo darme cuenta, en mi casa.
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