Esto
ocurrió en el año 1000 del calendario juliano instaurado por Julio
César en el año 46 a.C., cuando se llegó a pensar que, dada un
cifra tan redonda, el mundo se acababa. Y es que el viento creyó la
patraña y, tras muchos años de soplar en todas direcciones, hizo un
parón para ver cómo se descalabraba el mundo. Inmediatamente
quedaron quietas las nubes, las olas del mar desaparecieron y las
hojas del bosque dejaron de murmurar.
Esto hay que arreglarlo, se
quejaron las veletas, nos aburrimos dijeron los campos de cereal, me
muero dijo un barquito velero, no existo ya, protestó una bandera
importante... Viendo las inquietudes desatadas, el viento se
arrepintió y reanudó su danza. Soy muy importante, se dijo, sin mí
no hay nada que hacer en los mil años venideros. Y reforzado en su
estatus siguió soplando con fuerza hasta hoy, olvidando parar en
este segundo milenio del calendario puesto en marcha por el papa
Gregorio XIII en 1582. Todo, porque a su edad ya no tiene
afortunadamente ni memoria ni ganas de incordiar con embustes a los
humanos de esta época.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario