Doña
Mercedes se hace un lío dos veces al año cuando se cambia la hora,
es decir, cuando se adelanta o atrasa 60 minutos el último día de
marzo o septiembre. Para ella éstas son cosas difíciles de
entender, porque su vida apenas se modifica y no encuentra beneficio
alguno. El caso es que, la última vez que esto ocurrió tuvo un
problema muy serio. Tenía que asistir a un funeral por una más de
las muchas amigas o conocidas que abandonaban el mundo de los vivos
y, la buena de doña Mercedes no sabía a ciencia cierta en qué hora
vivía. Ante la ausencia de recursos para salir de dudas, no quería
molestar a familiares, no entendía cómo ver la hora en el teléfono
móvil, en el televisor..., se armó de coraje y llamó nada menos
que al 112, un número
único de asistencia al ciudadano ante cualquier tipo de emergencia
en la Unión Europea. El diálogo no tiene desperdicio.
-Dígame,
señora, ¿qué le pasa?
-Mire
es una cosa muy tonta, pero es que tengo que ir a un funeral y no sé
qué hora es, si es que...
-¿Para
eso llama?
-Sí,
que es muy serio, que tengo muchos años y no estoy para perder una
hora en la calle, que esto de cambiar el reloj me hace la puñeta,
que me vienen a buscar en coche a las 10:30, que....
-Son
las 16:05, señora.
-Muchas
gracias, estoy a tiempo para....
-No
se lo va creer señora, pero le agradezco que nos llame para
solucionar esta emergencia.
-Me
alegro, joven, que parece que algunos funcionarios no deben tener
madre.
-Se
lo digo en serio, señora, estamos para servir a los ciudadanos.
-Ya
lo veo, no me lo explique. Muchas gracias. Se lo agradezco.
Y
colgó el teléfono, satisfecha de ver que la Administración
funcionaba como ella esperaba.
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