El
abuelo Simón sorprendió a su amigo de paseos con una afirmación
inquietante.
-Me
sé un cuento de hadas subversivo.
-Cuenta.
-Dicen
que una vez existió un reino muy difícil de controlar, donde el rey
tenía que echar mano de sus soldados para mantener el orden y
recaudar los impuestos, tanto que llegó casi a la bancarrota de
tantos gastos en armar, mantener y pagar a sus huestes. Incluso tuvo
que reducir el boato de la corte para llegar a fin de mes. El monarca
pensaba ya en declararse en suspensión de pagos y abdicar cuando se
le apareció un hada madrina que le iluminó las meninges, que ya
sabes es el órgano que protege el encéfalo y...
-Hala,
sigue con el cuento.
-¡Je,
je! Eres como el nieto que no deja los cuentos a medias.
-¡Sigue!
-Pues,
el hada madrina le dijo que ella sabía cómo controlar al pueblo sin
la morralla de soldados que tenía, que bastaba una modesta
financiación. El rey que veía acercarse la pobreza y, aunque no
venga a cuento la república, puso mucha atención en el consejo e
hizo caso. A los pocos días, inauguraba un periódico.
-Pero
si en los cuentos de hadas los súbditos no saben nunca leer...
-A
eso voy, que lo del periódico no funcionó, así que en pocos meses
montó una televisión que llamó, el cínico de él, pública.
-¿Y
de donde sacaron los vasallos los televisores?
-No
hizo falta, ya sabes que las hadas son muy buenas en el apartado de
la producción.
-¡Ah!
-Y
desde entonces el pueblo llano estuvo más controlado.
-Con
entretenimientos
-Y
con el pensamiento prefabricado, que no hacía falta pensar, que ya
te daban la idea hecha.
-¡Ay,
estas hadas!
-¡Pues
así seguimos!
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