Catalina
del Horno tuvo muchos hijos, 17, todos con el mismo marido, Paulo
Iniesta. Todos crecieron sanos y todos abandonaron la casa cuando les
llegó la edad. Y un día de repente se vieron ellos dos solos en una
caserón en el que siempre hubo bullicio y ahora reinaba el silencio.
Al principio se miraban a la cara y callaban, hasta que un día fue
inevitable que confesaran sus inquietudes. Y ambos quedaron
sorprendidos.
-No
sé qué decirte.
-Ni
yo de qué hablar.
-Sin
hijos no soy nadie.
-Ni
la vida es igual.
Y
cada uno se fue por su lado. Hoy, dicen los vecinos, hay dos sombras
que vagan por el caserón guardando un silencio sepulcral.
_____ o _____
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