Pasó un
rato ocupada en pensar por qué su cabeza se teñía de blanco y su
cara acumulaba arrugas, en por qué languidecía su mirada o su
cuerpo se encogía, o por qué, en fin, se acercaba al ocaso. Y
encontró respuesta cuando escuchó una voz familiar.
-Mamá,
¿donde estás? Venimos a visitarte. Y sin tiempo de contestar otra
voz intervino.
-Abuela,
abuela, no te escondas.
Recibió
a las recién llegadas con todas las sonrisas del mundo y no pudo
dejar de pensar que la vida avanza, que el tiempo se consume y que
cada momento tiene su propio afán. Se reconcilió con su vejez y
sonrió más que nunca.
_____ o _____