29 may 2015

Amigos que no falten

Observó una a una cada una de las camisetas apiladas en las baldas, todas limpias y bien dobladas.
-A ver hoy -pensó- qué me puedo poner.
Era martes, un día sin especial encanto, el sol se resistía a salir y todo amenazaba lluvia. Y optó por una de color claro y un mensaje alentador: Busco amigos. Así que salió a la calle con un eslogan en el torso que prometía mejores momentos.
Al poco se le acercó un individuo que le hizo sentir el frío del metal en un riñón.
-Dame lo que tienes -le exigió-. Todo lo que te abulta en los bolsillos del pantalón.
Allí mismo se quedó sin móvil, ni cartera, ni consuelo. Porque, en efecto había encontrado un amigo, para su desgracia, un amigo de lo ajeno.
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