30 mar 2015

Paradojas de Semana Santa

La procesión avanzaba lentamente por la calle, al ritmo de tambores y timbales. Los curiosos se detenían en la aceras y admiraban el orden y la música estridente que surgían de los instrumentos de viento. Algunos reflexionaban sobre las creencias, otros sobre el folcklore, y los más no pensaban en nada trascendente.
-La vida hay que tomársela como un puro espectáculo -comentó un viejo conocido, el abuelo Simón, que observaba las escena sin dejar de enredar en su teléfono móvil.
-¿Grabas esta extraordinaria música de cornetas?- ironizó su inseparable amigo Machuca.
-Peor -contestó- mostrándole la pantalla en la que se veía un emoticón rojo de ira taponándose los oídos-. Son 84'5 decibelios, lo dice “Noise Moderator”.
-Vámonos, que nos quedamos definitivamente sordos...
Se alejaron de la procesión buscando un poco de paz y mantuvieron un silencio que rompió el abuelo Simón, dibujando en su cara una sonrisa socarrona.
-¿Te has fijado qué nombre ponía en el pendón que presidía al grupo?.
-¿?
-Cofradía de las Siete Palabras y del Silencio -dijo, soltando una carcajada-. Justo presumen de lo que no hacen.
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