-Saben ustedes que la publicidad es
un mecanismo de incitación a la compra, ¿verdad?
-Sí señor director -contestaba el
becario que, muy motivado para la ocasión, añadía-, aunque siempre
digamos que se limita a informar.
-Pues hoy quiero presentarles un
arma definitiva en nuestro negocio.
Puso en marcha un power point en el
que básicamente aparecieron dos palabras.
-Hemos invertido mucho tiempo en el
neuromarketing -les expuso-, donde se han medido las reacciones que
provocan nuestros spots en el sistema nervioso de los potenciales
clientes.
-Sí, pero era difícil distinguir
qué estímulo, de los muchos que introducimos en el anuncio,
producía la reacción en el posible comprador -completaba el becario
que, como se ve, ya estaba aleccionado.
-Hoy, sin embargo, contamos con la
ayuda de la neuropublicidad.
Se hizo el silencio en la sala.
Incluso el becario parlanchín enmudeció. Y todos los presentes en
aquella reunión de creativos aguzaron el oído.
-Hoy, gracias a los avances de la
ciencia, podemos saber cómo reacciona el cerebro ante cada uno de
los estímulos que volcamos en un anuncio.
Los presentes guardaron un silencio
reverente, conocedores de la trascendencia del hecho.
-Podemos manipular los impulsos de
compra, ¿entienden?
El becario inició el aplauso que
todos los publicistas allí presentes secundaron. Alguno con un poco
de vergüenza por el poco pudor del director general en su última
afirmación.
_____ o _____