En
lo profundo de un sueño robado en un largo trayecto aéreo encontró
su propia biografía encuadernada bellamente, en la que se relataba
al detalle su historia
transcurrida y la que aún le faltaba por disfrutar. Así se enteró de
acontecimientos futuros que le hicieron sonreír y llorar. Juró que
no haría nada por cambiar el devenir, pues hasta el momento se
sentía sobradamente pagado por la Diosa Fortuna. Y siguió
durmiendo, a pesar de que en la página 145 se leía que el Boeing
777 en el que viajaba tenía que estrellarse en mitad de una ventisca
de un aeropuerto malhadado, su inminente destino. Le parecía un buen final.
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