2 jul 2014

Risas públicas

La estruendosa carcajada llamó la atención de todos los comensales del restaurante. En una de las mesas uno de los clientes se convulsionaba de pura risa, en un ataque incontrolable que hacía pasar vergüenza a su acompañante, una mujer de mejillas enrojecidas y mirada de compromiso que mantenía los ojos clavados en el mantel de la mesa.
Cesados los espasmos y convulsiones del comensal, todo volvió a la normalidad, más cuando el protagonista de la escena miró a todos los presentes y alzó la mano como pidiendo disculpas. La cena continuó siguiendo el guión, pero ya no fue igual. Todos los presentes en aquel restaurante empezaron a sentir curiosidad por saber el motivo de aquella explosión de risa, pero no pudieron saciarla, pues su exquisita educación les impedía indagar al respecto. Ni siquiera el camarero en los sucesivos servicios se aventuró a preguntar por ello. Sólo un niño que correteaba entre las piernas de los camareros se le acercó y le miró fijamente a la cara mientras apoyaba su dedo índice en el labio inferior. El comensal, que aún mantenía los ojos humedecidos, le invitó a acercarse y le mostró la pantalla de su móvil.

El niño miró sucesivamente la cara sonriente del hombre y la imagen mostrada y sonrió. Rápidamente se giró y emprendió una carrera hacia sus padres diciendo en voz alta.
-Se ha reído de un culo.
Y era cierto.

______ o _______

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