18 jun 2014

Un buen propósito

Tras oír por enésima vez el consejo que su amigo le dio de que “en boca cerrada no entran moscas”, Renato Buenaventura decidió entrar en el club de los hombres discretos. En adelante, de su boca no saldría una mala palabra, una acusación, una vulgaridad, exabruptos, ligerezas, bobadas, simplezas o torpes juicios. Su intención era pasar por un hombre prudente, juicioso y respetable, buen ciudadano, marido, compañero, querido en casa y fuera.
Su propósito duró una hora, lo que tardó en cruzarse con un afamado especialista en couching empresarial que pasó una jornada repartiendo conocimiento y estimulando habilidades escondidas del personal laboral de su empresa. A él le tocó introducir al conferenciante.
-Tengo el honor de presentar a nuestro invitado, algo difícil con una figura tan poliédrica y de tan apretado curriculum -dijo con voz profunda y mirada larga sobre el auditorio. Y añadió lo que, a su juicio, era un elogio-. Porque nuestro invitado es realmente impresentable. 

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