Pero surgieron fuertes discusiones cuando se compartía el vino del almuerzo servido en una bota, como antaño. Aquello exigía un punto más de contención, pues era una cántara por día que debía ser repartida equitativamente entre todos. Primero se pactó que se bebería por orden, en ronda rigurosa, hasta acabar la cántara diaria. Y luego, Julián, el borracho más justo e inteligente que en el mundo ha habido, estableció la cantidad a trasegar por trago.
-Dos glu glus y la boca llena-. Santa paz desde entonces.
-Dos glu glus y la boca llena-. Santa paz desde entonces.
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