Ancianidad

La anciana encorvada se movía lentamente por la calle, con las fuerzas justas para hacer los recados de supervivencia. A su lado no se veía ningún familiar que le ayudara a sobrellevar su penuria, que la libraran de la soledad, que le dieran un aliento humano.

Lejos quedaban los tiempos brillantes en los que su energía sirvió para sacar adelante a una prole numerosa que andaba dispersa por el mundo y que se cobijó segura en su regazo. ¿Por qué, pensaba, nadie se acuerda de ello? Miraba al suelo buscando respuesta y se descorazonó pensando que lo más acogedor que le quedaba era precisamente un trozo de tierra donde descansar para siempre.

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