25 abr 2014

Sócrates

El famoso filósofo ateniense que, por cierto, era de fuertes convicciones religiosas, fue procesado en el año 399 a. C. por despreciar a los dioses de la ciudad y, por ende, corromper a los jóvenes. El veredicto, para un hombre que sólo pecó con la palabra, fue terrible: pena de muerte. Visto que la decisión se tomó por escasa mayoría, el filósofo se atrevió a hacer alguna propuesta.
-Dado el poco valor que tiene un filósofo, podrían conmutar la pena máxima por una multa...
Esta ironía enervó tanto al tribunal que ratificaron la sentencia con más fuerza.
El día de la ejecución, presumió de buen ciudadano ante sus discípulos y asumió que debía cumplir las leyes. Incluso, tuvo una última pregunta para sus seguidores.
-A vosotros os toca vivir, a mí morir. Dios sabe cuál de las dos cosas es mejor.
Era Sócrates, el irrepetible creador de dudas.

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