24 mar 2014

No parece de este mundo

Le escribieron en un papel el número 221 y se lo dieron en mano. Pasado un buen rato seguía mirando la hoja sin saber a qué se refería el dígito marcado. Más de una hora estuvo deambulando por los pasillos del hotel sin saber cuál era su habitación.
Finalmente, un guarda de seguridad, alertado por los clientes, lo llevó a recepción, donde de nuevo le dieron alguna explicación y le dejaron con la nota en la mano. Aún sigue deambulando por los pasillos y dependencias.
Algunos clientes dicen que es un espíritu errante y se apartan cuando lo ven. Otros lo toman por un estrafalario que vive ensimismado en sus cosas en una pose buscada. Los más lo tratan con respeto y temor, sin dejar de sospechar que es el alma de un cliente fallecido que vaga por las estancias del hotel. El gerente, mientras tanto y siempre que pague, cree que añade atractivo a su negocio y alienta su impostura. 

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