12 feb 2014

Autoconfesión de un estúpido


Descubrí sorprendido que una hormiga tenaz ascendía por mi pierna desnuda.
-¿Dónde vas, estúpida? -le advertí en tono amenazador.
-Busco semillas en esta selva tan tupida -me contestó llena de convicción.
-Que son mis pelos, cegata -amenacé ya directamente y sin disimulo.
-¿No me has dicho que es tupida? -me interrogó de nuevo.
-¡Estúpida, es lo que he dicho! -le grité levantando el brazo para asestarle un golpe mortal que no llevé a efecto, porque un dolor repentino me paralizó la extremidad inferior y la superior. La muy impertinente de la hormiga me había mordido.
-Ácido fórmico de la mejor calidad – presumió la muy petulante de ella, emprendiendo la retirada, sabedora de lo inútil de su búsqueda de alimentos en mi respetable cuerpo.
Rojo de ira y necesitado de calmar mi ego, tomé mi pistola Smith & Wesson con mi brazo libre y le asesté un tiro a quemarropa con resultados desastrosos para mí y mortales, supongo, para el insecto del que, por cierto, no volví a saber más.

Hoy, con harto pesar, confieso que antes que cojo, nací estúpido.
_____ o _____

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