27 ene 2014

El escáner hiperactivo

Madrugada en el aeropuerto de Buenos Aires, terminal C. Toca pasar un control de seguridad para un vuelo doméstico.
Los pasajeros pasan de uno en uno depositando sus pertenencias en la cinta del escàner y luego con orden y resignación pasan por el arco de seguridad. Este no para de sonar con unos pitidos reiterados y molestos. Al otro lado dos guardias de seguridad, hombre y mujer, cachean indefectiblemente a todos los viajeros.
Lo hacen con desinterés, convencidos de que por allí no se mueve ningún malvado. Cuando llega mi turno insinúo que el arco detector debe estar estropeado o muy sensible.
-Susceptible -me corrige el empleado.
Mientras tanto la otra empleada se aproxima rauda a una señora que viaja en silla de ruedas y la cuela por un atajo sin ningún control de seguridad, salvo el preceptivo y protocolario paso del bolso de mano por la cinta de rigor.
-Nos libramos de un concierto, señor -me dice quien me cachea.
Y compartiendo bostezos nos despedimos los dos.
-Buen día.
-Buen día, señor.



NOTA: Este relato se incluye en Viaje austral de Juan Badaya de próxima publicación. 
_____ o _____

No hay comentarios:

Publicar un comentario