6 dic 2013

El saber que da la vida

Las jornadas del zapatero remendón son largas y tediosas, al menos eso parece al que esto escribe. Pero estos artesanos poseen la sabiduría que dan los años, la concentración en el trabajo y la soledad en su taller. Ayer, sin ir más lejos, llevé un par de zapatos que tenían las suelas y los tacones desgastados. Al presentar el par, el bueno del zapatero los observó e hizo unos garabatos. Y me comentó.
-Pisas diferente con el pie izquierdo, con más fuerza y sobre todo con el empeine.
-¿Lo notas?
-Seguro que tienes una cadera más alta que la otra, o un gemelo más grueso, o...
-¿?
-Y dolor de espalda...
Me quedé atónito. En un minuto me había hecho gratis un diagnóstico certero y ajustado, más rápido y barato que el que me hizo años atrás un traumatólogo prestigioso, que me anunció con palabras mayores que padecía una dismetría congénita leve en las extremidades inferiores, algo que, dijo, me acompañaría toda la vida sin mayores consecuencias.
Reconozco que mi zapatero de confianza habla más llano.
_____ o _____

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