22 dic 2013

Ataque en toda regla

La casa donde yo vivo está rodeada de árboles que han pasado a formar parte de la familia como un miembro más. Sabemos su edad, los alimentamos y damos de beber, cuidamos su salud, les liberamos de la suciedad y cuando llega el momento podamos sus ramas como el mejor estilista de la ciudad. A cambio recibimos muchas satisfacciones en forma de frutos, sombra y paz de espíritu, que no es poco.
Pero, siempre hay un pero, un sauce llorón adolescente, 14 años recién cumplidos, nos ha decepcionado. Este verano descubrimos con horror que no era leal, que nos estaba perjudicando a escondidas. Sus raíces, llevadas por la voracidad y la codicia, habían colapsado los desagües de la vivienda, convirtiendo la morada en cloaca. 

La solución inmediata fue eliminar las raíces intrusas, reparar los desperfectos e iniciar el proceso de reeducación del infractor. Ante la confirmación de los técnicos de que era un caso perdido, ayer con harto dolor, se dio el paso definitivo: Se procedió a la tala por la vía más expedita, la motosierra. Era cuestión de vida o muerte, él o nosotros.
Hoy es mal día, nadie quiere mirar por la ventana, todos notamos su ausencia. ¿Vendrán a detenerme?

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