3 sept 2013

Sindéresis

Era evidente que había tenido un mal comportamiento en la cancha, rompiendo las reglas deportivas establecidas. Además, lejos del fair play, se había peleado con un compañero de su equipo. Aleccionado por el propio vestuario salió ante los periodistas y ofreció su versión de los hechos con un lenguaje directo.
-La he cagado. Se me ha ido la pinza y he perjudicado a mi equipo. Pido perdón. Nunca debí hacerlo, porque soy un mal ejemplo para los niños.
Al día siguiente los periódicos ponderaron su reacción y fueron benignos con aquel jugador brillante de tan poco temple y saber estar.
-Es que tiene una cabeza poco amueblada -dicen que dijo un periodista nada neutral en el periódico deportivo de más tirada del país.
Al poco, el rotativo recibió una carta que publicó, pasado ya un tiempo. De algún modo lavaba su conciencia por el encubrimiento del mal deportista y le restaba importancia de nuevo al incidente al colocarla en la sección de humor. Venía firmado por el abuelo Simón y decía lo siguiente.
Menuda pandilla de palurdos os juntáis en ese periódico. Resulta que el fulano ése que responde al nombre de Rocino Sublime le rompe una pierna a un contrincante, se encara con el árbitro, pega al portero contrario, empuja al camillero, muerde en la oreja a un linier, es sacado poco menos que con una camisa de fuerza del campo y sólo se os ocurre disculparle con frases convencionales e hipócritas. Ese individuo es un animal que solo merece jugar en en el campo de Alcatraz.
Y no vale decir que es mal ejemplo para los niños, que a mí también me incita a delinquir. Prueba de ellos es que esta semana he sentido deseos de pegar al quiosquero que vende su periódico, quemar el tendero de ropa donde una vecina cuelga la indumentaria del equipo del señor Rocino, insultar al presidente del gobierno que es seguidor el equipo (bueno, en este caso tengo más razones), morder la oreja del hombre del tiempo que siempre me contraría, mearle las plantas de maría al vecino de abajo que no me deja dormir con su música estridente, empujar a la señora que se me cuela en el supermercado, gritar... Y ¿sabe qué he hecho? Aguantarme y actuar como se debe. Y ¿sabe por qué? Porque tengo sindéresis. Hala, a mirar a la RAE, so palurdos.
Si ya digo yo.
El abuelo Simón.
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