Era
evidente que había tenido un mal comportamiento en la cancha,
rompiendo las reglas deportivas establecidas. Además, lejos del fair
play, se había peleado con un compañero de su equipo.
Aleccionado por el propio vestuario salió ante los periodistas y
ofreció su versión de los hechos con un lenguaje directo.
-La
he cagado. Se me ha ido la pinza y he perjudicado a mi equipo. Pido
perdón. Nunca debí hacerlo, porque soy un mal ejemplo para los
niños.
Al día
siguiente los periódicos ponderaron su reacción y fueron benignos
con aquel jugador brillante de tan poco temple y saber estar.
-Es que
tiene una cabeza poco amueblada -dicen que dijo un periodista nada
neutral en el periódico deportivo de más tirada del país.
Al poco,
el rotativo recibió una carta que publicó, pasado ya un tiempo. De
algún modo lavaba su conciencia por el encubrimiento del mal
deportista y le restaba importancia de nuevo al incidente al
colocarla en la sección de humor. Venía firmado por el abuelo Simón
y decía lo siguiente.
Menuda
pandilla de palurdos os juntáis en ese periódico. Resulta que el
fulano ése que responde al nombre de Rocino Sublime le rompe una
pierna a un contrincante, se encara con el árbitro, pega al portero
contrario, empuja al camillero, muerde en la oreja a un linier, es
sacado poco menos que con una camisa de fuerza del campo y sólo se
os ocurre disculparle con frases convencionales e hipócritas. Ese
individuo es un animal que solo merece jugar en en el campo de
Alcatraz.
Y
no vale decir que es mal ejemplo para los niños, que a mí también
me incita a delinquir. Prueba de ellos es que esta semana he sentido
deseos de pegar al quiosquero que vende su periódico, quemar el
tendero de ropa donde una vecina cuelga la indumentaria del equipo
del señor Rocino, insultar al presidente del gobierno que es
seguidor el equipo (bueno, en este caso tengo más razones), morder
la oreja del hombre del tiempo que siempre me contraría, mearle las
plantas de maría al vecino de abajo que no me deja dormir con su
música estridente, empujar a la señora que se me cuela en el
supermercado, gritar... Y ¿sabe qué he hecho? Aguantarme y actuar
como se debe. Y ¿sabe por qué? Porque tengo sindéresis. Hala, a
mirar a la RAE, so palurdos.
Si
ya digo yo.
El
abuelo Simón.
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