20 jul 2013

Frustración de maestro

Tras dos meses de duro trabajo en la zafra de la caña de azúcar, Saúl, un subsahariano recién llegado, dominaba con cierta soltura la lengua del lugar. Erraba en los verbos y rifaba los artículos. Eladio, un bracero agrícola compañero de faenas, no entendía que se le pudiera resistir a alguien cosa tan fácil y emprendió de forma altruista la tarea de enseñarle a hablar correctamente:
-No se dice la sofá, se dice el sofá.
-Pero si última letra es a, digo la, no el…
-No siempre. Piensa, la silla, el sofá… ¿no ves la diferencia? El sofá es más macho que la silla, hombre.
-Y ¿por qué dices el mapa y no la mapa?
-Pues porque el mapa es cosa de hombres ¿o no? ¿Has visto hembras con mapa…?
Saúl escamado por tan doctas explicaciones quiso concluir el agobio.
-Eres una pelma, cambiamos la tema…
Eladio casi se corta un dedo del mosqueo.

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