30 jul 2013

Este cuento me suena

El diálogo se repetía un día tras otro.
- Urna mágica, ¿hay algún político mejor que yo?
- No, excelso líder de masas, tú eres el más aclamado, reconocido y celebrado de todo el arco parlamentario.
Hasta que un día cambiaron las tornas.
- Líder adorado, en las filas de la oposición emerge con fuerza un personaje que te relevará en las próximas elecciones –profetizó la urna mágica.
El desairado político urdió trampas en los medios para desacreditar al opositor, argumentó de mil formas su mayor valía, utilizó perversamente la ley y los tribunales, prevaricó incluso, pero finalmente fue derrotado sin apelación posible en los comicios correspondientes. Y fue castigado con la indiferencia y el olvido de sus conciudadanos, hasta hacérsele insufrible una existencia sin notoriedad ni adulación. 

El ganador de las elecciones, célebre hasta el éxtasis, formó un consejo de ministros con siete enanos mentales y se coronó con más fastos que un nuevo príncipe azul, gobernando su país con tan escasas virtudes como su predecesor, algo que sus conciudadanos, como de costumbre, tardaron en captar. Hasta el punto de que, pasado un tiempo, les costó ubicar en su contexto la noticia que publicaron todos los medios en páginas interiores, dando cuenta de la cruel muerte que sufrió el político antecesor: Se fue de este mundo por una explosión de ego incontrolable, realmente electrocutado, ya que asestó un puñetazo a su rival político metiendo literalmente el puño en el interior de un televisor.
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