16 jun 2013

Vocación frustrada

Juan Badaya tuvo un incipiente ardor científico en su infancia que no llegó a cuajar con el paso del tiempo. Concretamente se inició como naturalista precoz el día que, cargado de una curiosidad encomiable y tras resolver varios enigmas de la taxonomía animal, se dirigió a su abuelo para preguntar directamente:
-¿Qué diferencia hay entre un cuervo y un grajo?
El abuelo, orgulloso del talante del niño, puso a su disposición todo su saber al respecto y lo resumió en una sola frase:
-Pues fácil, que el cuervo grazna y el grajo grajea...
La respuesta, cargada de muy buena intención, sumió al niño-científico en un nuevo abismo de confusión del que no pudo salir y, a la larga, le acabó quitando las ganas de profundizar en el conocimiento de las aves. Aún hoy, sigue dándole vueltas al enigma...

_____ o _____

No hay comentarios:

Publicar un comentario