28 may 2013

La edad de la impertinencia

Me crucé en la calle con un grupo de adolescentes en pleno jolgorio. Tres chicas iban pendientes de un varón que dirigía un ruidosa conversación y apenas prestaba atención a los viandantes que caminábamos de frente.
Y ocurrió lo previsible, que acabé recibiendo un empujón. El jovencito ni se molestó en disculparse, pero algo intuyó, porque volvió su rostro hacia mí.
-¿Qué? -me dijo desafiante.
-Que a ver si mirás -le repliqué yo.
-Mira tú -me contestó crecido.
-Yo ya he mirado -le argumenté.
-¡Anda ya, nnnnnn! -me replicó despectivo alzando la mano a modo de despedida.
En aquel momento deseé que se me apareciera el implacable justiciero en forma de Terminator, Bruce Lee o del mismísimo Torrente. Incluso deseé que al girar la cabeza se chocara contra una señal de tráfico...
Sin embargo, nada de eso ocurrió. Aquel día Juan Badaya durmió con una pizca de ofuscación y con la satisfacción de haber descubierto una historia.
_____ o _____

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